La iglesia de San Antonio Abad de Vilanova solo ocupa las primeras bancadas. El protagonista del acto es el difunto Ramón Bolet, hombre intrascendente para la historia de esta ciudad que ya perdió la mujer hace unos años dejando cuatro huérfanos.
—Ya tienes treinta y cinco años, ¿verdad? —se oye una mujer que remarca innecesariamente el adverbio ya. Es Raymunda, una tía lejana de carácter inflexible, con surcos en la piel y una mirada extraviada que no sabe lo que es la sonrisa.
Una iglesia que acabará siendo una de las protagonistas de esta historia real.