El despacho es pequeño y la casa no muy lujosa. Allí vive el matrimonio con la cuñada, solterona cum laude, y Josefa, la criada.
Mueble empapelado de libros de todo tamaño hasta el techo y archivos donde cada hoja es una historia. Cuadros en la pared en los que, en muestra de discreción, el industrial nunca aparece, y un número incalculable de títulos y diplomas que emulan el despacho del notario. ¿Y qué decir de la mesa? Mejor no mirarla y menos tocarla, con comunicaciones, dibujos, pedidos, facturas, sobres, papeles y pisapapeles que forman complicados castillos con almenas, torres, foso y torreones, y a su lado un montón de hojas todavía sin ensobrar.