Archivo del notariado

No me puedo estar quieto, estoy demasiado nervioso. La madera del suelo chirría acusándome de un cierto sobrepeso, incrementando, si cabe, mi desazón. Lo presiento, estoy fuera de mí. Cada paso que he dado hasta ahora ha sido como un penalti de una larga tanda, uno de esos en donde si fallas el disparo quedas eliminado, pero si marcas todavía no puedes dar el partido por ganado sino que tienes que continuar sufriendo. Pero es ahora cuando llega el lanzamiento decisivo, el último, todo o nada, aquí se acaba, con la satisfacción de haber llegado hasta donde nadie lo había hecho hasta ahora, pero con el recuerdo del testamento del marido que condicionaba a la mujer, con un dinero destinado a cruzar hasta el otro lado del Atlántico…

Sigo esperando el ñigui-ñogui de la carretilla. Cada segundo se convierte en un minuto y cada minuto es interminable. Noto que mi corazón palpita, inquieto, angustiado, anhelante por saber qué me deparará el legajo, comiéndome las uñas fuera de la sala, lejos de miradas, pisando el lujoso parquet que dibuja las letras BIBLIOTECA formando un círculo, y recordando lo que explica la leyenda.
Tomo con las actas notariales de Francesc Farrés. Es ahora o nunca.