Es ahora, veinte años después de entregado el sobre, cuando el juez lo coge de manos del notario. El pliego es pequeño, no llega a un palmo de largo. Seis obleas encarnadas aparecen estampadas con la firma de Marqués, de los dos testigos y del propio notario.
El procedimiento a seguir se encuentra detalladamente estipulado en el código civil: revisión del sobre para validar que no presente ningún indicio de que haya sido abierto y comprobar que no presenta ninguna alteración ni violencia para acabar así con este primer trámite formal.
Isabel observa el proceso sentada y callada, alejada de la mesa del juez, en una silla al fondo del despacho. El velo en muestra de duelo impide constatar sus nervios y un cierto cosquilleo que le ataca el bajo vientre. El contenido del sobre no es un secreto para ella, ya ha hablado ampliamente de él con el difunto marido, aunque por su naturaleza nunca lo llegó a ver antes de ser entregado.