Oficina de últimas voluntades

Sudado y recuperando el resuello regreso a la oficina de Últimas Voluntades con la tasa felizmente pagada. Después del tiempo dedicado en el Registro Civil y para pagar la tasa empiezo a comprender por qué el país se encuentra donde se encuentra.
—B830 —leo en la pantalla media hora más tarde. Mi número.
—Busco el testamento de doña Isabel.
—¿Disculpe?
—Quería decir de Isabel Bolet i Vidiella.
—Lleva el certif…
—Aquí tiene el certificado —me avanzo al procedimiento causando el comprensible malestar en la funcionaria.

Dos fueron los testamentos que realizó Isabel Bolet. Si realmente esta mujer era doña Isabel solo se descubrirá leyendo el último testamento válido.