La relación entre la Sagrada Familia y la diócesis de Barcelona se ha presentado tradicionalmente como ejemplo de excelencia, con el obispo nombrando a los miembros de la Junta donde el presidente es siempre una persona de su total confianza y, por lo tanto, debería ser el máximo interesado en favorecer las obras.
Pero la Asociación de San José, promotora de la Sagrada Família, no era más que una asociación más sin estatutos ni órganos de gobiernos que pasaba desapercibida hasta que recibió una gran fortuna. Fue entonces cuando la diócesis creó la Junta de Obras en un decreto que la presenta como salvadora del proyecto de Gaudí una vez habían muerto los promotores de la Sagrada Família (Bocabella, yerno e hija). No es hasta la hoy que sabemos que el proceso de creación de la Junta estuvo lleno de reproches donde el fundador fue obligado a renunciar a la propiedad del templo por las presiones recibidas desde el Palacio Episcopal.
Y es que desde siempre se ha presentado una visión idealizada de la relación entre el obispado, Sagrada Família y de rebote Gaudí, sin obstáculos, siendo imposible encontrar ninguna referencia negativa entre los biógrafos más reputados (Ràfols, Puig Boada, Matamala o Bassegoda ). Martinell podría ser la excepción en una época en la que la censura de preguerra y más tarde del franquismo impedían las voces críticas.
Recordemos que las fotos difundidas presentan a Gaudí en animada sintonía con el obispo Reig. Todo hace pensar en una relación fluida entre el arquitecto y los diferentes prelados que pasaron por el Palacio Episcopal, imagen interesada a día de hoy en consonancia con la voluntad de beatificar a un hombre que algunos pretenden recordarlo como santo antes que como arquitecto.
Pues bien, la realidad fue muy diferente, con Gaudí dedicado de forma obsesiva a su obra magna, recibiendo autoridades políticas, culturales y eclesiásticas, siguiendo el protocolo pero metido en cuerpo y alma en la construcción de un templo que, era consciente , marcaría su memoria, y con el obispado que no consideraba como propia una iglesia que era propiedad de la Asociación de San José; afirmaciones como la atribuida al obispo Irurita lo confirma: «con lo que cuesta la Sagrada Familia podríamos construir quince parroquias».
Los siguientes artículos, poco o nada difundidos, permiten comprender lo que se cocía detrás del escenario.
1902, obispo Morgades: Gaudí pone su cargo a una cuestión de confianza.
Artículo en La Hormiga de Oro de 17 marzo 1923 donde se explica el requerimiento del obispo Morgades a Gaudí para que presentara los planos y presupuesto definitivo, chocando frontalmente con la forma de trabajar del arquitecto. A resultas de ello, Gaudí puso el cargo a una cuestión de confianza al obispo sucesor. El artículo no aparece hasta veintidós años después de que sucedieran los hechos y demuestra la opacidad de la época.
1912, Gaudí presenta la dimisión por la decisión del obispo Laguarda de crear una parroquia
Artículo en La Veu de Catalunya del 21 de diciembre de 1912 donde se explica la decisión de Gaudí de abandonar la construcción de la Sagrada Família después de enterarse de la decisión del obispo Laguarda de convertirla en parroquia. Finalmente echó atrás y Gaudí continuó delante de las obras.
1930, el obispo Irurita crea definitivamente la parroquia y se enfrenta a los defensores del proyecto de Gaudí.
El Diluvio del 22 de octubre de 1935 donde se explica las diferencias entre algunos miembros de la Junta y el obispado por la creación de la parroquia y que de una forma u otra fueron depurados de sus cargos, o morir en caso de De Dalmases.
1971, artículo en la revista Destino
Destino de 1 de mayo de 1971 donde se explica el malestar del Secretario de la Junta Martí Matlleu con el obispo Irurita, molesto por la decisión de no utilizar el dinero que se disponía una vez terminada la fachada del Nacimiento.